LA NIÑA Y EL HERMANO MAYOR DE LOS GITANOS
"Sucedió el pasado domingo en el santuario de Los Gitanos durante el
acto de jura de nuevos hermanos. Ana, de 7 años, aguardaba el momento de
recibir la medalla de cordón morado de
su hermandad. Cuando el hermano mayor se acercó para colgársela de su
cuello, el siempre servicial Pepe Moreno le comunicó que estaba a su
disposición y que, si algo necesitaba, sólo tenía que pedírselo. La
pequeña, que en los últimos meses ha visto cómo el aspecto de su madre
ha ido cambiando por culpa de una enfermedad, no se lo pensó dos veces:
«Mi mami está enferma, ¿tú puedes curarla?». Con el corazón compungido,
el hermano mayor se abrazó a la pequeña, la besó, y le prometió que el
Señor de la Salud estaría muy cerca de ella".
EL GRAN PODER
Por un agnóstico
https://www.youtube.com/watch?v=O4rhWBrIS28
lunes, 19 de marzo de 2018
AGNÓSTICOS Y SEMANA SANTA DE SEVILLA
¿Agnósticos en
Sevilla?
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¿Se puede ser agnóstico en una ciudad como ésta? Esta pregunta sólo se explica desde una concepción de la religiosidad como algo separado y ajeno a las otras múltiples facetas de la vida social, así como por la reduccción de la religiosidad a la religión institucional. La religiosidad, incluida la religión, es una dimensión que forma parte y está inserta en el conjunto complejo de dimensiones y expresiones económicas, políticas, ideológicas,… que configuran la realidad social de cualquier pueblo. Pero si ello es así de manera general, en el caso sevillano y andaluz adquiere una particular significación. En contraste con la impresión que causa la abundancia e importancia de las manifestaciones de carácter formalmente religioso, Andalucía es una de las sociedades con más bajo índice de práctica religiosa del orbe católico. Asimismo, en Andalucía se han dado históricamente algunas de las manifestaciones de anticlericalismo e iconoclastia más fuertes y con un más amplio respaldo social. La Tierra de María Santísima es, a la vez, una de las que menor arraigo han tenido y tienen la ideología y las prácticas religiosas ortodoxas.
En este orden de paradojas, por supuesto que no sólo se
puede ser agnóstico en Sevilla, sino que, siéndolo, muchas personas participan
de un modo u otro en algunas de las manifestaciones de la religiosidad
sevillana. Entre todas ellas y de manera especialmente intensa en la gran
fiesta de la ciudad, la Semana Santa. El relativismo ideológico, que es uno de
los rasgos que caracterizan colectivamente a los andaluces, hace perfectamente
posible ser agnóstico e incluso ateo y sentirse identificado con alguno o
algunos de los múltiples aspectos que integran una manifestación cultural tan
rica y compleja como la Semana Santa. Es el mismo rasgo que hace posible
igualmente la existencia de personajes tan sevillanos como el intelectual
capillita o el capillita progre, de los que han habido y hay conocidos y aún
ilustres ejemplos.
En Andalucía existen formas particulares de creencias
supernaturalistas, prácticas devocionales y manifestaciones rituales colectivas
que constituyen en su conjunto lo que podemos considerar como la religiosidad
andaluza, cuyos rasgos fundamentales están en conexión con algunos de los
marcadores profundos de su especificidad cultural: la tendencia a la
personalización de las relaciones sociales, que se manifiesta en la importancia
crucial de las imágenes y su individualización; el citado relativismo
ideológico, que permite utilizar símbolos, elementos, contextos y lugares de la
religión oficial para desarrollar y expresar dicha religiosidad; la centralidad
de la sociedad local como marco de la vida social, que explica la existencia de
una fuerte identificación de los miembros de cada colectividad de barrio,
pueblo o ciudad con determinados símbolos religiosos; la matrifocalidad que
caracteriza de manera notable a la sociedad andaluza, y que se manifiesta en el
protagonismo casi absoluto de la imagen femenina como representación de la
divinidad a través de las múltiples advocaciones de María.
Estas expresiones no oficiales de la religiosidad no
aparecen adscritas, por lo tanto, a una determinada parte de la sociedad, como
frecuentemente se tiende a admitir implícitamente cuando se habla de la
“religiosidad popular”, identificando lo popular con lo subalterno, lo
iletrado, lo inculto…, sino que, aunque en forma diferente, en ellas participan
en gran medida también los integrantes de las élites locales. El ejemplo
paradigmático de ello lo constituyen las hermandades y cofradías sevillanas,
históricamente controladas en su mayoría por los representantes de esas élites,
salvo casos y momentos excepcionales, pero que han constituido y constituyen
formas de expresar la religiosidad diferentes a las de la religión oficial e
incluso en muchas ocasiones, abiertamente enfrentadas a ella y a sus
representantes institucionales, situación de la que existen episodios de plena
actualidad.
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